Hay relaciones que no se terminan con una pelea, sino con una desconexión silenciosa. Con una voz interna que te grita: “ya no eres tú aquí”.
Si te identificas con más de dos puntos, amiga… tú ya te fuiste, solo falta que te vayas.
Te sientes sola, incluso cuando estás con él
Ya ni su presencia te calma. Ya no hay abrazo que te cobije. Te sientes más sola a su lado que cuando estás literal sola viendo memes a las 3 a. m.
Evitas conversaciones profundas
Ya ni ganas de hablar tienes. Todo lo que dices rebota en una pared de carne con barba. Aprendiste a guardar silencio para no cansarte.
Fantaseas con otra vida (o con otro vato)
Te imaginas soltera, libre, en paz… o con alguien que sí te vea. Y esa fantasía ya no te da culpa, te da alivio.
Postergas planes con él
Te inventas excusas o simplemente no te nace verlo. Disfrutas más viendo tu serie sola que saliendo a fingir interés.
Te preguntas todo el tiempo si deberías seguir
Tu cabeza no para. Haces listas mentales. “Lo amo pero…” “Es buen hombre pero…” “Es que ya no siento…” Tu cuerpo ya se fue, tu mente sigue en comité.
Te estás redescubriendo
Estás leyendo más, yendo al gym, sanando heridas. Y cada paso que das hacia ti… es un paso lejos de él.
Si te viste reflejada, no te culpes. Estás creciendo. Estás despertando. Estás regresando a ti y una mujer que se regresa a sí misma, no vuelve a mendigar migajas