Capítulo 1
Árbol 357
Si hubiera habido una vez en la que Camila no hubiese buscado refugio debajo del árbol número 357 de su universidad durante la tormenta del 29 de Marzo a las 8:47 de la tarde, su vida no habría cambiado para siempre y yo no la hubiera conocido.
Son los pequeños detalles, las pequeñas decisiones; como una mirada, una sonrisa o el lugar en donde te escondes de una tormenta, las que cambian tu vida para siempre. En lo personal, me gusta pensar que son travesuras del destino.
Durante los últimos minutos de su tediosa clase de Economía, Camila solamente podía fantasear acerca de llegar a su casa y ver una película envuelta en cobijas. Sin embargo, al salir, se dio cuenta que llegar a su casa iba a ser más difícil de lo que se imaginaba. Primero, porque no tenía paraguas; segundo, porque traía una blusa blanca y tercero, porque no sabía si estaba por enfrentarse a charcos o a arenas movedizas.
Cuando finalmente se armó de valor para correr frenéticamente hacia su casa, sucedió lo inesperado, se empezó a divertir. Parecía que mientras más se le transparentaba la blusa, dejando ver su brasier y más se le metía lodo a los zapatos, más se reía. Así fue como la conocí, cuando era tanta su risa que no la dejaba respirar, con su blusa empapada que dejaba ver su brasier de puntitos azules y con un mechón de pelo mojado tapándole el ojo izquierdo. Yo terminé debajo del árbol 357 porque se me rompió el paraguas (bendito paraguas) y como si hubiéramos estado jugando a las escondidas toda la vida, nos encontramos.
-Hola- sonrió mientras se quitaba el mechón de cabello del ojo.
-Hola- respondí.
Continuará…
Nuevos capítulos: Lunes y Viernes.
Alejandra Hernández Aguirre
Instagram: alehernandez