Hay dos teorías sobre chicas que crecieron rodeadas de puros hermanos hombres: que es una mimada o muy masculina. La verdad está muy lejos de estos prejuicios. Ser hija entre puros varones es lo mejor que pudo haberte pasado, aquí te van algunas razones.
Accidentalmente te hicieron más fuerte
No quiero decir que te hicieron masculina. Estar entre chicos significa que de alguna manera te hacen rebasar tus “límites”. Es decir, de chiquita tenías que adaptarte a atrapar lagartijas, rasparte las rodillas en el fútbol o jugar luchitas para que te juntaran. Ahora no le temes a nada.
Te enseñaron a ser fuere emocionalmente
Cuando jugaban de pequeños y te caías o lastimabas ¡Todos ellos corrían hacia ti! Pero para hacer lo imposible porque no lloraras y no los regañaran. Desde darte ánimos de que todo estaría bien, hasta hacer algún chiste para que rieras o distrajeras.
Te volviste autosuficiente
Todo el mundo cree que eres la hija mimada, pero las madres se preocupan más por los hijos varones (por impulsivos). Obvio te daban atención, pero en diversos aspectos te hiciste más independiente y hasta productiva por ayudarlos en lo que pudieras.
Aprendiste cosas diferentes que el resto
Los padres están acostumbrados a pasar su sabiduría a los hijos, pero como estabas entre la “manada” aprendiste mucho de deportes, plomería, mecánica, etcétera. No toda chica sabe que un árbol de levas no es una planta y deberías estar orgullosa de ello.
Tus juguetes eran más variados
Siendo sincera, los juguetes de tus hermanos eran los perfectos galanes de tus Barbies. Además pudiste jugar con carritos, consolas de videojuegos, máscaras de luchadores y todo tipo de balones. Sin mencionar que también podías jugar a las carreritas, venciditas, cebollitas, etcétera.
No les temes a los hombres
Algunas chicas llevaron una nula convivencia con el sexo masculino de pequeñas, por lo que de adolescentes se incomodan al estar cerca de chicos. En tu caso, algunas veces hasta te sientes más cómoda con ellos. Incluso ellos llegarán a temer tu confianza.
Sabes reírte de las situaciones difíciles
Los hermanos no son tan dramáticos como las hermanas. Por ejemplo, no se pelean por quién usó la ropa de quién. En lugar de eso se pelean a base de bromas o chistes; como “dejaste sellados mis boxers”. Lo que obvio te dejó un sentido del humor muy latente.
La amistad de tus hermanos es genuina
Cualquier hermano (hombre o mujer) siempre está ahí para ti. Pero los chicos ofrecen su hermandad diferente. Siempre te dicen la verdad (aunque te duela) y te ponen en tu lugar si la estás regando. Pero nunca se portan condescendientes o hipócritas contigo.
Espantaron a los malos chicos
Ellos conocen su género mejor que tú y saben cuándo un chico tiene malas intenciones contigo. Obvio no te prohíben salir con él, pero “a escondidas” le dan a entender que si juega con tus sentimientos, no le irá nada bien.
Tus hermanos te aman sin decirlo
No te lo dicen verbalmente; pero cuando te enseñaron a andar en bici, te pasaron sus tareas de años pasados, iban por tus toallas sanitarias a la tienda, te defendieron de alguien más fuerte que tú, te cubrieron por llegar tarde o te hacían reír cuando te veías triste… sabías que lo hacían con todo el amor que no pueden decir en voz alta.