Hay mujeres que no pueden vivir sin una pareja, y mujeres que no pueden vivir con una. Es cosa de gustos, de costumbres y sobre todo, de CONVICCIONES.
Cuando uno sale de una relación larga y complicada, el miedo a la soledad es algo inevitable. El corazón y la mente se mueven guiadas por dos ideas: que todo será muy sencillo a partir de ahí o que todo será demasiado difícil.
Ambas cosas son mentira. Nada es indispensable, mucho menos absoluto. Tenemos la capacidad, la fortaleza y las agallas para tomar lo mejor de cada situación y sobre todo, de jugar según nuestras reglas otra vez.
Cuando superas la ruptura y el miedo a lo que vendrá, las cosas se tranquilizan de una manera maravillosa. Llegas a comprender que tener tu espacio y tu tiempo, no es soledad, sino libertad.
Libertad de elegir de nueva cuenta quién entra y sale de tu vida, así con los pies bien puestos en la tierra y el corazón renovado. Libertad de no medir tu confianza según las elecciones de los otros. ¿Que no les gusta lo que ven? ¡pues bien! La vida es más que esperar la aprobación de otros.
No es soledad tener la capacidad de elegir serenamente, sin prisas ni presiones. Libertad es poder elegir a alguien que de verdad te vuelva loca y no sólo a la primera persona que creas pueda salvarte de tus propios pensamientos.
La soledad es el aislamiento, apartarte de las cosas que amas, de las personas que amas, de no sentir emoción por nada ni nadie, pero la libertad te permite hacer todo eso, aprender cosas nuevas, explotar tus talentos, cumplir tus sueños más locos, CONOCER PERSONAS NUEVAS.
Si pasas toda tu vida BUSCANDO a alguien, jamás llegará nadie.
Relájate, vive, experimenta. Y cuando alguien te diga que vives en soledad, hazles saber que se equivocan, que no es soledad, es libertad y que te encanta.
Mil gracias a: SoyCarmín por compartir este texto con nosotras.
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