Hay situaciones en la vida que te hacen crecer, aprender, saber lo que realmente quieres. Hay veces que tenemos que adaptarnos a un nuevo sitio, a una nueva vida y, por suerte o por desgracia, hay veces que no logramos encajar.
Y entonces te preguntas una y otra vez el por qué. Machacas tu cabeza con preguntas y con situaciones para saber cómo actuar. O cómo actuaste. Pero, la verdad, nunca encuentras respuesta.
No sabes si eres tú, la gente, o todo lo que llega a rodearte. No sabes si es tu pelo que es un poco raro, tu forma de vestir, o el lugar de donde vienes. No sabes si es por lo que llevas por fuera, o por lo que tienes dentro. Sólo sabes que hay personas que te aman por lo que eres, y otras que te odian por la misma razón. Y otras que no supieron cómo hacerlo.
Das todo, y a veces sin recibir nada a cambio. Exprimes toda la experiencia al máximo, aprovechas cada segundo y, al final, solo te queda lo que has dado. Porque hay veces que no te dejan huella, que no destaca lo que te dan, sino lo que das.
Y es entonces cuando te das cuenta que ese no es tu sitio, que te toca partir, en busca de una nueva experiencia. Un nuevo lugar.