Entre más pasan los años, más nos convencemos de perforar alguna parte de nuestro cuerpo y adornarla con pendientes para expresar nuestra identidad y para obvio, utilizar accesorios que nos encanten. En la actualidad es muy habitual ver a chicas perforadas y tatuadas porque las chicas ya somos más libres de escoger qué queremos hacer con nuestro cuerpo. Si tú eres una chica que ya se aventó a ponerse un piercing, para que no te sientas sola, te dejo esta lista donde te identificarás con más de una de las situaciones.
El horroroso sentimiento de “¿Por qué lo hice?”
Cuando está cicatrizándote, no puedes dormir de cierta forma, si algo te roza te duele o cuando tienes que lavarte y te arde. Pero una vez sano llega el hermoso sentimiento de “Necesito hacerme otro”.
No falta la persona que te pregunta “¿Y te dolió?”
Y tú con valentía le dices “Nah” aunque sabes que ese día te estabas cagando de miedo.
Cuando tu piercing se engancha a todo
Con tu cabello, tu ropa, tus pulseras o collares y aunque no puedes verte, por dentro sabes que te veías muy graciosa atorada.
No faltan los que te dicen que te vas a arrepentir
Porque nunca falta esa tía entrometida que te asusta con la trillada frase de “No vas a encontrar trabajo” O a veces te preguntan que cuáles fueron tus razones para haberte perforado, pero no importan las miles de respuestas que les des, jamás van a ser suficientes para convencerlos.
Los mini infartos que te dan cuando hay anormalidades
Me refiero a cuando te sangra la perforación o te duele si te la jalaste por accidente, porque para cualquier indicio nuestro primer pensamiento es que ya se infectó ¡Ayudaaa!
El súper regaño de tu mamá cuando le pediste permiso
¡O peor! cuando simplemente llegaste con él puesto y se lo comentas ¡O mucho peor! cuando te lo cacha ella sola y tu vida corre peligro.
La flojera de cambiarlo
Compras miles de diferentes argollas y artes para que luzca fantástica tu perforación, pero tu floja interna no te deja cambiar el mismo arete que tienes desde que te lo hiciste.
Cuando estás aburrida y comienzas a jugar con tu piercing
O a veces sin estar aburrida cuando menos te das cuenta ya estás jugando con él, se convierte en tu juguetito anti estrés.
Esa primera semana en donde no dejas de mirarlo o tocarlo
Hasta te sientes una chica diferente y que cambió completamente tu look, aunque tiempo después te das cuenta de que sólo era un arete y se te pasa el exagerado entusiasmo.
Ponerte colorada cuando las personas te preguntan de más
Cuando te preguntan si tienes algún otro piercing oculto por ahí, aunque sabes que la respuesta es no (o quizá sí) no puedes evitar que te de pena que se pongan a pensar en eso.