Cansada, acne y dolores de cabeza, esto te esta pasando…

Ese brote no es solo hormonal.  Los dolores de cabeza no son casualidad. La caída de cabello y ni hablar de los sueños raros. .¿Qué está pasando? ¿Es la edad, la vida o un ex que te echó sal? NADA DE ESO….

No duermes bien, comes lo que puedes, trabajas mil cosas, aguantas familiares que drenan y encima tienes que fingir que estás bien para no sonar “intensa”. mira que bonita… siempre viendo por los demás y tu para cuando mami? ¿dolió verdad? Pero nadie ve lo que cargas, ni lo que tragas (literal y emocionalmente).Y ahí estás: toda empachada de pendientes, acumulando tensión  y claro… algo se empieza a romper.

Tu cuerpo y tu energía ya no se aguantan

Es saturación,  mientras tú le metes más ruido (redes, problemas ajenos, quehacer, series, scroll, memes que reactivan traumas), tu sistema nervioso ya se fue a vivir al pánico. Todo junto: acné, dolores, migrañas, ansiedad, insomnio, sueños intensos. Es un combo que muchas viven, pero pocas escuchan. (y aquí es donde tu cuerpo dice: O ME ESCUCHAS O ME ESCUCHAS!!, (y por eso traes tantos síntomas)

¿Y entonces qué hago? ¿Me hago un detox emocional?

Pues sí, pero no con jugo verde. Sino con decisiones reales ¿Hace cuánto no respiras profundo sin que se te cierre el pecho? ¿Hace cuánto no comes tranquila, sin culpa o prisa? ¿Hace cuánto no tienes un momento de silencio real, sin ver la vida de otros en TikTok? Desconéctate, las malas noticias también son adictivas. Y el cuerpo lo resiente.

Tal vez sí necesitas cambiar la funda de tu almohada. Pero no solo eso

Sí, puede que el acné sea por eso. O que tengas parásitos. O que no estés durmiendo ni comiendo bien. Pero todo junto es la señal. Y no es solo tu piel, ni tu panza, ni tu mente: es todo el sistema diciendo “basta”.

Tú no viniste a sobrevivir como zombie. Viniste a más. Y lo sabes

Sabes que hay algo en ti que no nació para estar apagada, con migrañas y la cara llena de granos. Esa no es tu historia. Esa es tu alarma. Tu “ya basta”. Tu “ahora sí”. Tu “me toca a mí”. Y sí, tal vez empiece respirando. Pero de ahí… se vale renacer.