Usar brackets no es una cosa sencilla, es muy incómodo, molesto, limitante y doloroso. El resultado no tiene precio y sinceramente no me arrepentiré jamás de haberlos aguantado, además me enseñaron muchas cosas de la vida y estoy segura que a ti también.
Los brackets me enseñaron…
A darme cuenta de cuánta tolerancia tengo al dolor.
Ahora sé lo fuerte que puedo ser ante terribles dolores de cabeza, heridas en la boca, a prensarme el labio con los metales y a que mis dedos queden atorados en ellos también. Creo que ahora sano más rápido y me quejo menos.
A ser paciente.
En el mejor de los casos un tratamiento dura un año, pero en mi caso fueron 4. Tuve que ser demasiado paciente para no arrancármelos y mandar todo al diablo. Agora soy más paciente con cosas más banales.
Ahora sé para cuántas cosas sirven las ligas.
Jamás pensé que algún día fuera a tener tantas ligas en mi boca, empezando por las que van alrededor de los brackets y también las que jalan tus dientes. El sabor a plástico simplemente ya no me molesta.
Ya no le temo a los dentistas.
La mayoría de las personas le temen a los dentistas, pero cuando pasas tanto tiempo con uno te acostumbras a todo. Además al ver el resultado final lo amas con locura.
Soy más creativa desde entonces.
Cuando un alambre se te clava constantemente en el cachete o en los labios, debes ponerte creativa para evitarlo. Así que le das un nuevo uso a las cosas como el chicle, algodón, las pinzas de depilar (para tratar de doblar el alambre), etc.
Hoy valoro más mis dientes.
La gente que ha usado brackets generalmente cuida sus dientes mucho más, pues sabe el suplicio que fue lograr tener una hermosa dentadura.
Me convirtió en experta del hilo dental.
Cepillarte los dientes entre tanto metal es complicadísimo, todo se te queda atorado entre los dientes pero aún así te vuelves una experta en higiene. Hoy que ya no los tienes, no sabes cómo lograste hacerlo pero sabes que fue gracias al hilo dental.
Valoro las manzanas y la comida dura.
Cuando tienes brackets es muy complicado morder una manzana, un elote o cacahuates. Esto se debe a que te duele todo y además los brackets no te dejan morder cosas duras, así que terminas extrañando tanto este tipo de comidas, que hoy las valoras muchísimo.
Aprendí a hablar con mil cosas en la boca.
Tu boca desarrolla superpoderes, pues aprendes a hablar con miles de ligas en la boca o con un protector de plástico que te cubre todos los dientes y que evita que pronuncies la “r”.
Aprendí a besar mejor que nadie.
Tienes que ingeniártelas para besar sin abrirle los labios a tu pareja con tanto alambrerío. Ahora estoy segura que ahora beso mejor que nunca.