Sanar no significa hacer como que el daño nunca existió, significa que hemos logrado que aquello que nos dañó, no controle más nuestras vidas. El proceso de sanar emocional y psicológicamente de cualquier suceso traumático, no es un camino sencillo pero tampoco es imposible. Si tú estás recorriendo este camino y quieres saber si estas sanando, estas señales te lo dirán:
Más observación, menos juicio
Cuando estamos heridas y nuestro amor propio por los suelos, juzgarnos y criticarnos en lugar de observarnos desde la comprensión y el amor es el pan de cada día. Pero conforme avanzas y sanas, los juicios disminuyen y la observación toma su lugar para de ahí saber qué aspectos se deben mejorar pero sin causarnos a nosotras mismas dolor.
Más acción, menos reacción
Reaccionar es más fácil que tomar acción de las cosas de las que somos responsables. Tener control de nuestras emociones nos permite tomar acciones para resolver problemas en la vida cotidiana. Así que por ejemplo, si tú ya en lugar de enojarte y maldecir porque algo no salió como esperabas, ahora analizas qué sucedió, aprendes y tomas acciones sabiendo que la vida misma es así, vas por buen camino.
Más amor propio, menos autosabotaje
El autosabotaje es una de las principales manifestaciones cuando no estamos bien emocional y psicológicamente. Nos saboteamos a nosotras mismas para seguir confirmándonos que la vida tiene algo contra nosotras y seguir en el papel de víctima. Pero cuando tu autoestima va por el camino correcto, te pones como prioridad y haces lo necesario para brindarte bienestar en lugar de sabotearte.
Más límites, menos resentimientos
Poner límites a las personas que amas y a las que tienes a tu alrededor es de las cosas más complicadas porque obvio a las personas que disfrutan de no tener límites, reaccionan de mala manera cuando se los pones, así que esto genera caos y conflicto pero si perseveras, lo que alcanzarás es tu paz mental. Los resentimientos hacia los demás disminuirán o se irán por completo porque ya no permitirás que te dañen.
Más paz interior, menos caos exterior
Cuando tienes paz interior, ni el máximo caos exterior logra perturbarte de una manera en la que pierdas el equilibrio pues tenes las herramientas para afrontarlo de la mejor manera.
Más claridad, menos confusión
Tienes más claro hacia dónde vas, qué es lo que quieres, a quiénes quieres cerca y a quiénes no, te vas conociendo cada vez más y eso aleja la confusión que la vida misma trae a nuestras vidas.
Más fe, menos miedo
Tener fe en ti misma y en lo que sea que quieras creer, te brinda paz y la libertad de seguir tu camino con esperanza y con una actitud más positiva. Es más fácil deshacerte del miedo y evitar que este te paralice.