Llega un momento en la vida de una mujer en la que el paso de los años se convierte en un verdadero dolor de cabeza. Pero cuando miro atrás, doy gracias de que la adolescencia se haya ido para siempre de mi vida y hoy simplemente amo ser adulta.
He aquí mis razones:
1. Ignoras las críticas negativas.
Por supuesto que tomas en cuenta las opiniones de tus amigos y familiares, pero ya no te afectan las críticas negativas de personas extrañas que sólo quieren fregarte la existencia. Sabes perfectamente quién eres.
2. Tu círculo de amigos se vuelve más pequeño.
No significa que te quedes sin amigos, simplemente vas fortaleciendo lazos con las personas que valen la pena, alejando a las que no van en el mismo camino que tú. De hecho prefieres mil veces una pequeña reunión con amigos, que ir a una mega fiesta con personas que ni siquiera conoces.
3. Te conoces más a ti misma.
Tu carácter está en su mejor etapa, tienes claro quién eres y conoces perfecto tus defectos y virtudes. Tu personalidad ya está bien definida y no tratas de impresionar a nadie. Sabes qué quieres en la vida y no aceptas menos que eso.
4. Aprendes a valorar el tiempo que pasas con tu familia.
A diferencia de cuando eres adolescente que no soportas ni un minuto más a tus padres, cuando eres adulto extrañas como nunca a tu familia y más cuando ya no vives con ellos. Así que el tiempo que les dedicas es realmente de calidad.
5. Dejas atrás las dudas que te vuelven loca.
Me refiero a que te vuelves más segura de ti misma, esto te hace más libre y te permite disfrutar el momento sin tener que cuestionarlo todo. En especial si estás en una relación, las inseguridades disminuyen y puedes disfrutar mejor del amor.
6. Te enfrascas menos en pequeñeces.
Cuando ya tienes claro qué es lo que quieres en tu vida, no dejas que te quite tiempo ni energía aquellas cosas que no son importantes, has aprendido que no todo es material y que existen cosas más valiosas.
