10 Cosas que te están ARRUINANDO (y cómo salir de ahí)

4 min de lectura

Fue un año difícil (PARA TODOS), pero aquí no estamos para seguir llorando, sino para GANAR todo tipo de estabilidad. Antes, vamos a identificar qué es lo que te tiene estancada. Tal vez te suene.

1. Me despertaba cansada TODOS los días

No era sueño. Era agotamiento.
Lo primero que cambié fue dejar de exigirme madrugar “productiva”. Dormí más. (8 horas SIN INTERRUPCIONES NI DESVELOS)
En dos semanas mi cabeza dejó de sentirse nublada. De ahí ni te cuento… es como si me hubieran puesto un cohete en la cola.
Hoy hago de todo, pero no sería posible si no fuera porque ahora SÍ DESCANSO.

2. Me sentía inútil por no hacer nada

No hacía nada porque estaba deprimida, pero me hablaba como si fuera floja.
Paré eso. Me hablé menos cruel. Eso me tomó tiempo, pero comencé a enamorarme del proceso. Ya no odio trabajar ni ir al gym; al contrario, ahora lo hago con amor porque entendí que no soy perfecta.

3. Me aislé

ENTENDÍ que es mejor estar sola que mal acompañada. Hay personas que drenan y otras que suman. La clave es cómo te sientes y no obligarte NUNCA a hacer cosas que no quieres hacer.

4. Todo me daba culpa

Descansar, no avanzar, cancelar planes.
La culpa me drenaba más que el cansancio.
Aprendí a descansar sin justificarme. Un ratito de ocio compensa TODA UNA VIDA de preocupación y culpa por no avanzar en un proyecto. Créeme: si te regalas un ratito de algo que te guste, te van a dar ganas de hacer tus pendientes.

5. Pensaba que ya era “demasiado tarde”

Ese pensamiento me paralizaba.
La realidad es que nadie nace siendo alguien o teniéndolo TODO. No te preocupes por no ser una bebé políglota, millonaria y erudita.
NUNCA es demasiado tarde. Si aún estás con vida, puedes hacer todo lo que te propongas.
¿Recuerdas al pelón millonario? Sí, Jeff Bezos. ¿O el dueño de KFC? Investiga quiénes son esos viejos. Tal vez encuentres una pista para armar tu próximo imperio.

6. Me comparaba con todo el mundo

Existen y seguirán existiendo personas increíbles de nuestra misma edad haciendo cosas que tal vez también nos gustaría hacer, peroooo… Nadie enfrentó la misma vida que te tocó a ti.
No es justo medir tu proceso con el reloj de otros. Todo a su tiempo. Sé constante y disfruta tu presente. Algún día llegará tu momento.

7. No comía bien ni mal: comía SIN PENSAR

No me nutría; solo compraba lo más barato y ULTRAPROCESADO (OH, VAYA ERROR).
Empecé con problemas gastrointestinales, cardíacos, dentales, etc.
Fue caro solucionarlo, pero entendí que no hay mayor riqueza que la salud.
Invierte tu tiempo y tu dinero en mejorar tu alimentación. Créeme, tu yo del futuro te va a agradecer no pagar deudas hospitalarias.

8. No pedía ayuda

Este año tuve una etapa gris… qué digo gris: NEGRA, OSCURÍSISISISIMA.
Hasta que un día decidí levantar la voz y entendí que es necesario PEDIR AYUDA.
Siempre habrá alguien o algo del otro lado dispuesto a apoyarte para continuar ese sueño o idea loca.

9. Me hablaba HORRIBLE

Si alguien me hubiera hablado como yo me hablaba, lo habría golpeado, escupido y sacado de mi vida.
Y eso hice con mis propios pensamientos (aunque pareciera loca).
Corté de tajo esos comentarios. Al principio sabía que me mentía, pero con el tiempo me las creí.
Hoy soy más eficiente, inteligente y divertida.
¿Soy Dios? MUAJAJA… ok no, pero científicamente está comprobado que si cambias la narrativa de tu vida, cambias tu vida.

10. Pensé que la motivación iba a volver sola

No volvió. La acción pequeña la trajo de regreso. Cosas mínimas. Días malos. Días menos malos. Así. Y al rato note que ya tenía todo por lo que un día había llorado y deseado tanto.

La verdad

Salir de ahí no fue rápido. Me tomó meses. Me costó llorar, parar y aceptar que no podía como antes.
Pero hoy ya no estoy paralizada. No estoy perfecta. Estoy un poco más viva, feliz y tranquila, aun cuando tengo que trabajar.
Y eso basta para seguir.

Si estás en ese punto donde no puedes trabajar, estudiar ni “funcionar”: no te fallaste. Estás sobreviviendo… y desde ahí también se empieza.