El final de año trae consigo un gran y colorido ramo de sentimientos. La tristeza es parte de este grupo y, como el resto de emociones, no es buena ni mala. Depende de nosotras cómo lidiar con este sentimiento natural; así que te dejamos maneras saludables de hacerlo.
Piérdele el miedo
La única manera de procesar cualquier emoción es acercándote a ella, aunque parezca que dolerá y mucho, es la forma más duradera de sanar; guardarla sólo la hará crecer.
Busca un camino intermedio
Alejar la tristeza es tan perjudicial como identificarte al 100 con ella. Debes encontrar un camino intermedio en donde te permitas sentirla pero sanándola.
Descubre sus beneficios
Aunque parezca extraño, todos los sentimientos son hermosos, puedes sacudirte ese dolor saliendo al frío y beber tu café favorito.
Toma tu tiempo
Todas tenemos nuestro periodo de tiempo para resolver nuestro año. Imagina que eres una flor que pierde pétalos, los procesa y recupera a su tiempo; no todas las flores crecen de la misma manera pero todas son hermosas.
No te culpes
Tener diferentes emociones es normal. No creas que por estar triste eres débil o inestable por finalizar el año al contrario, te hace una chica normal, un ser humano.
Cuida tu exterior
Además de sanar tu interior, toma tu tiempo para cuidar tu cuerpo. Toma duchas largas, usa mascarillas, aliméntate sano, bebe mucha agua y duerme bien.
Busca un desahogo
Dejar que la tristeza salga es saludable, llorar te traerá ligereza y alivio. Prueba con escribir, escuchar música o ver una película triste.
Cuestiona tu tristeza
¿Por qué el fin de año te trae melancolía? ¿Qué fue exactamente lo que te entristeció? ¿Ya lo viste desde otra perspectiva? ¿Qué tipo de chica quieres ser el próximo año? Así aprenderás de ti misma y te ayudará a trabajarlo.
Haz tus cosas favoritas
Libera tu sufrimiento de fin de año yendo a lugares encantadores, cocina tu comida favorita, lee poesía o hasta haz algo que siempre quisiste, como pintar.
No te contengas
Nuestras emociones son un regalo, la tristeza incluso, pueden enseñarnos mucho, hacernos fuertes e inteligentes, si se lo permitimos.