Cuando somos jóvenes y aún no tenemos hijos, solemos criticar la manera en que otras mujeres crían a sus bebés, y prometemos no hacer esas extrañas, asquerosas o complicadas cosas el día en que nos convirtamos en madres. Pero adivinen qué, todas terminamos haciéndolas.
Tomar medicina horrible para que ellos la tomen.
No quieren abrir la boca por nada del mundo, así que sacrificas tu paladar para engañarlos y que así cedan.
Matar insectos.
Jamás en tu vida tuviste el valor de matar una cucaracha o una araña, pero si ves que uno de estos insectos está muy cerca de tu hijo, tus fobias desaparecen y lo aniquilas como si fueras un ninja.
Oler el pañal.
Es asqueroso pero todas las mamás hacen lo mismo para saber si su bebé ya necesita un cambio.
Limpiar vómito sin vomitarte.
Solías vomitarte si tan sólo veías cómo alguien más lo hacia, pero con tu bebé eso desapareció, incluso eres capaz de darle tu valiosa bolsa para que lo haga dentro de ella. O poner tus manos para evitar que ensucie la sala.
Comerte las cosas que tu bebé ya mastico o babeo.
La inocencia de los bebés puede llevarlos a cometer actos muy grotescos para nosotros. A veces ellos mastican su comida, la dejan toda babeada y quieren compartirla contigo, y para no decepcionarlos te tragas ese horrible bocado.
Limpiarle los mocos con tu ropa.
A veces no hay papel a la mano y de un estornudo ellos sacan una enorme cantidad de mocos verdes. ¿Qué haces? No puedes dejarlo así, entonces sacrificas la manga de tu playera.
Dejar que duerma contigo y tu pareja.
Antes de tener un bebé, tú y tu pareja acordaron que la privacidad de la alcoba sería sagrada, que los niños dormirían en su cuarto sin importar nada. Bueno, no contabas con las pesadillas.
Dejarlo comer comida chatarra.
Antes jurabas que tus hijos serían sanos por donde se les mirara, pero tarde que temprano cedes ante esos antojitos.
Abandonar tu vida social por completo.
Dijiste que cuando fueras mamá encontrarías el tiempo para seguir saliendo con las amigas. Bueno, ahora que eres mamá eso ya ni siquiera te interesa.
Meter la mano en el retrete para sacar objetos.
Los niños tiran cada cosa en el retrete, y sí, tú eres la que los saca de ahí sin siquiera ponerse un guante.
Que no te importe estar babeada la mayor parte del día.
Cuando veías un bebé babeado en la calle morías del asco, pero hoy toda tu ropa huele a baba.
Amamantarlo en público.
Tu prioridad es el bienestar de tu bebé, oírlo llorar de hambre hace que el pudor desaparezca.
Consentirle sus berrinches.
¡Jamás dejaré que me controle con sus berrinches! No es posible contenerse siempre, ustedes lo saben.
Hacer cosas vergonzosas en público para divertirlo.
El mundo desaparece cuando quieres sacarle una sonrisa a ese ángel, así la gente te mire pensando que estás loca.
Dar la vida por él o ella.
Así es, si alguna vez creíste que esto era una exageración, hoy sabes que lo harías sin siquiera parpadear.