Un viejo adagio dice: “es mejor haber amado y perdido que no haber amado nunca”, pero cuando estás en medio de una ruptura dolorosa, ciertamente no se siente así. Para decirlo sin rodeos, lidiar con un corazón roto puede ser horrible. Te sientes impotente y no controlas tus emociones, lloras ante las primeras notas de una canción de amor, e incluso las tareas mundanas como la lavandería y la compra de comestibles pueden sentirse como una tortura.
Pero aquí están las buenas noticias: experimentar y luego superar un corazón roto nos hace mejores individuos. A veces es necesario que nos lastime saber más sobre quiénes somos y qué necesitamos de un compañero. Así que toma todo y entiende que cuando las lágrimas se sequen, estarás mucho más cerca de encontrar una compatibilidad genuina y una conexión duradera. Aquí hay siete razones muy reales por las que todos deberíamos experimentar el dolor en nuestras vidas.
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1. Tienes la oportunidad de dar un paso atrás y reflexionar
Una vez que las emociones intensas comienzan a suavizarse, no hay mejor momento para reflexionar: sobre la relación, con nosotros mismos y lo que salió mal, sino también sobre lo que salió bien. Es un momento maravilloso de autodescubrimiento y, por lo general, cuando las lecciones aprendidas serán las más palpables. La ciencia nos respalda aquí. Un estudio realizado por los investigadores Ty Tashiro y Patrcia Frazier encontró que después de una ruptura, las personas informan en promedio cinco áreas de crecimiento con respecto a sí mismas y las relaciones futuras.
2. Puede fortalecer tus amistades
Seguro que cada vez que tu corazón está destrozado, tu grupo cercano de amigas siempre está allí con una botella de vino y la película o serie de televisión más romántica que pueden encontrar. Incluso cuando crezcas y eventualmente encuentres la pareja adecuada, nunca olvidarás esos momentos con las personas que te apoyaron con un oído abierto y una cucharada de honestidad cuando más lo necesitabas.
3. También puede fortalecer la relación contigo mismo
Cuando estás en una relación, todo se trataba de conquistar la vida juntos como una unidad, pero ahora que se acabó, tienes el extraordinario don del egoísmo. Puedes concentrarte completamente en tus propios objetivos y deseos, y este suele ser el momento en el que estás más inspirado para arriesgarte. ¿Siempre has querido aprender a tocar el piano? Hazlo. Ve al viaje que tu pareja nunca quiso tomar. Inscríbete en las clases de certificación de yoga que te habrían llevado en la noche. Enfócate en ti mismo, y haz todas las cosas.
4. Emerge más fuerte y más resistente
Superar una angustia intensa es como una insignia de honor; probablemente nunca olvidará por completo las noches en que lloraste o la forma visceral que le dolía a tu corazón, pero una vez que vuelves a unir tu corazón, surge una abrumadora sensación de triunfo. Viviste algo y eres más fuerte por ello.
5. Aprendes a perdonar
Está bien sentirse enojado después de una ruptura conmovedora (siempre y cuando no dejes que eso te afecte), pero incluso las emociones más intensas comenzarán a fundirse con el tiempo. Con el tiempo, te darás cuenta de que el perdón no se trata tanto de la otra persona como de ti y de tu felicidad. La capacidad de dejar ir y perdonar a los que nos han hecho mal es un regalo maravilloso, pero siempre es necesario pasar por eso primero.
6. Te vuelves más empático
Se llama la experiencia universal. Un corazón roto es algo que nos sucede a casi todos, independientemente de la edad, los antecedentes, la ubicación, etc. Es una experiencia humillante, pero al final, nos hace más sensibles y empáticos como compañeros, amigos y seres humanos.
Como adolescentes, muchos de nosotros elaboramos una lista de todos los rasgos que tendrá nuestro compañero perfecto. Después de una relación fallida, aprenderás los rasgos que son realmente importantes para ti en una pareja y llevarás un lápiz a la lista de tu infancia (o la tirarás por la ventana por completo). Los corazones rotos nos enseñan no solo quiénes somos como pareja, sino también lo que necesitamos (y merecemos) del amor.