Nota de ‘Ed’, editor de Eslamoda:
Hace poco, por circunstancias de la vida me crucé en el camino de una chica con una mirada perdida, distante e ida que en el primer instante y sin cruzar palabra alguna, me hizo sentir esa necesidad dentro de mí de hacerle la sencilla pregunta: ‘¿Estás bien? ¿te puedo ayudar en algo?’, a lo que ella me respondió inseguramente: ‘Sí… bueno, no’, momentos después pude ver cómo sus ojos se llenaron de lágrimas y simplemente se tiró a llorar sin importar lo que los demás pensaran de ella. En esos momentos no sabía exactamente qué hacer, nunca me ha gustado preguntar por cosas que pudieran generar incomodidad, menos en una chica… desconocida… y en la calle.
Después de posiblemente 30 segundos de llanto y debo confesarlo: sintiéndome un poco incómodo por las miradas de las señoras chismosas, le pedí que me dejara invitarle algo de comer, un café o cualquier cosa que a ella le gustara para que así se pudiera tranquilizar un poco. Ella aceptó y fuimos a cualquier lugar, pidió unas papas a la francesa y yo una Coca Cola (Por aquello del susto, diría mi abuela). La plática comenzó ella…
– Gracias por lo que estás haciendo, me avergüenza quitarte tu tiempo. Supongo que hoy no amaneciste imaginándote que te tocaría cruzarte con una persona en crisis.
– ¿En crisis? ¿me puedes contar? Prometo no decirle a nadie, solo quiero ver si te puedo dar algún consejo o ayudar – Yo respondí.
– Si te contara todo lo que pasa por mi cabeza y todos mis problemas, posiblemente terminarías suicidándote…
No quise insistir para evitar que se sintiera peor. Después de una interrupción del mesero, ella continuó:
– Lo único que te puedo decir es que estoy metida en una depresión terrible por problemas en los que sin desearlo yo me vi envuelta, no puedo decírtelos, si te quieres ir, vete, yo te agradezco mucho lo que hiciste, es raro que alguien dedique su tiempo a una persona que no conoce y eso siempre lo recordaré. – Me lo dijo con la voz entrecortada y haciendo de nuevo su máximo esfuerzo por no llorar.
– No te preocupes, si quieres no me cuentes tu problema, pero lo que sí puedes, y si quieres o lo necesitas es, desahogarte conmigo.
De ahí en adelante tuvimos una plática de más o menos 4 horas, en donde ella me hizo ver que para la persona que está pasando por una depresión, literalmente es como si viviera en el ‘Upside Down’, me adentró en su mundo con confesiones de cómo es vivir las 24 horas, los 7 días de la semana en ese estado. Entre las cosas que más me impresionaron fueron estas (te las digo en una lista):
Mi intención no es ser dramática (aunque todos lo crean)
– Cuando mi problema empezaba y no me sentía mal día tras día, todos me decían que sólo quería llamar la atención, que estaba en la edad en la que “todas” las mujeres hacen berrinches y ‘hacen una tormenta en un vaso de agua’. Mis amigos me dejaron de hablar, mis papás me corrieron de la casa y hasta mi novia (a la cual amaba) me dieron la espalda. Me sentía impotente de que no me creyeran que de verdad me sentía muy estresada y muy mal.
Imagina que tú eres una vela y la depresión es esa llama que poco a poco te va consumiendo
– Si nadie llega a soplar esa llama, no puedes hacerlo tú misma, no tienes el aire, ni la fuerza, ni la capacidad de hacerlo por ti misma. Esa llama te va acabando lentamente hasta que te consume por completo.
Me he dado cuenta de cómo todos quieren que los escuches, pero nadie me escucha
– La sociedad tiene tanto egoísmo en su vida diaria que nada le resulta relevante si no se trata de algo que tenga que ver con ellos mismos.
Todos los días amanezco deseando estar en un sueño
– Cuando logro quedarme dormida, despierto con unos profundos deseos de que todos esos meses atrás hayan sido solo una terrible pesadilla. Es común despertar con llanto y quedarme dormida llorando.
Cuando la gente te ve vulnerable, es cuando más se aprovecha de ti
– Odio la humanidad, mientras más notan que estoy débil, es cuando ellos más me atacan. Como si les gustara verme sufrir para ellos llenarse de energía.
Siento que mi cabeza no funciona, que no tiene reparación
Al principio creí que sólo estaba pasando por un mal momento y traté de dejar que todo pasara. Después de unos meses sentía como si me hubieran colocado otro cerebro que no era mío. Ya no pensaba, ya no creía, sentía como si fuera otro ser humano. Yo misma me desconocía cada vez más, no puedo recordar ahora cómo era yo hace 2 años… Por más que lo intente.
A cada hora de cualquier día creo que me merezco sufrir
– No creo merecer ser feliz.
Aunque no lo quieras, tienes pensamientos suicidas
– No tienes miedo, no te preocupa si te dolerá, ni si otra gente te ve morir o no. Pasas el día pensando cómo sería la mejor manera para no fallar, etc…
Después de esa última frase que me dejó helado y sin dejarme emitir una palabra, dijo…
– ¿Podrías hacerme un favor? – Sí, sin dudarlo, respondí.
– Si conoces a alguien que se comporte raro, que tú creas que tiene depresión, por favor ayúdalo(a) como lo intentaste hacer conmigo. Si te hubiera encontrado en mi camino hace 1 año, posiblemente aún tendría esperanza, pero hoy no… ya no puedo.
– ¿Quieres que seamos amigos? ¿me podrías dar tu teléfono? ¿FB, Instagram o algo? – Inocentemente yo pregunté.
– Já, si tuviera todo eso posiblemente hoy ya no seguiría aquí. Mi soledad es lo único que a veces me mantiene “tranquila”, pero gracias por la petición de amistad, posiblemente en otros tiempos, en donde yo no te pueda llegar a causar algún problema. Gracias por las ‘papitas’, sin darme cuenta comí más que de lo que he comido en los últimos 3 días. No me sigas, necesito ahora estar sola – Se paró y se fue apresuradamente.
El fin de esta historia no la sé, hasta el día de hoy no he sabido nada de ella, no puedo asegurar si está bien o no. Me hubiera gustado hacer más, que me dejara ayudarla, que fuera mi familiar o mi amiga para así saber quién es y poder hacer hasta lo imposible para llevarla a tratar su enfermedad.
Ella es la razón por la que hoy les traje este post que durante todos los años de eslamoda, en lo personal es uno de los que más me han dejado marcado. Espero que ella también te haga reflexionar sobre esa persona a la que tú podrías conocer y que necesita ayuda urgentemente. La depresión es una enfermedad en donde tu cerebro literalmente no produce los mismos químicos, lo que provoca que no funcione correctamente tu cerebro, por más que lo desees.
Los seres humanos no debemos perder esa capacidad de sentir afecto, solidaridad y compasión por otras personas. Independientemente de cómo sea tu personalidad, los recursos que tengas o el tiempo, nada te quita preguntar: ¿Estás bien?, ¿te puedo ayudar?, etc. No sabes cuándo podrías estar salvando una vida, o quién sabe… que alguien esté salvando la tuya.