No necesitas tener hijos ni tener una tanda de Mary Kay para serlo. A veces basta con un dolor de rodilla y una opinión FUERTE sobre el suavizante de telas. ¿Lista para ver si ya estás en tu era de “yo a tu edad hacia tal”?
1. Te emocionas cuando huele a fabuloso
Tu paz mental empieza en la limpieza. Si alguien trapea con aroma a lavanda, tú ya estás respirando profundo
2. Te emociona comprar artículos del hogar
Antes llorabas en Zara, ahora lloras porque por fin tienes extractor de jugos en frio ¿Lo necesitabas? No. ¿Lo compraste? Obvio. Y saliste feliz como si te hubieran propuesto matrimonio.
3. Te quejas del ruido… ¡como señora!
“¡Estos chamacos no dejan dormir!”… y tú eras la que ponía reguetón hasta las 4 AM. Ahora el ruido te da gastritis, migraña, taquicardia y ganas de llamar a seguridad. ¿Vecinos bailando cumbia? 911, emergencia!!!!
4. Te despiertas con dolores que ni sabías que existían
Literal no hiciste nada. Solo dormiste. Pero tu cuello está tieso, la espalda tronada y la rodilla… bueno, la rodilla ya pide pensión. Y lo peor: dices cosas como “debe ser el clima” o “es que ya no es lo mismo que antes”
5. Te molesta que la gente no limpie bien
“¿Cómo que no barren detrás del refrigerador?”, “¿Quién dobló esta toalla como si fuera servilleta de taquería?”… Lo peor: ya corriges cómo lavan los trastes. Perdón, pero tu alma ya se fusionó con la de una tía limpia pero fastidiosa jaajaja
6. Te encanta estar en tu casa… sola
La idea de estar sola, en bata, con tu veladora de vainilla y un cafecito caliente, te exc1ta más que un mensaje de “¿estás sola?” de tu ex. Fiesta quién??. Antro qué??. Dame silencio, cobija y Netflix
7. Ya dices frases como “Yo a tu edad…”
Y no lo haces en broma. Lo haces en serio. De repente eres ese ser legendario que cuenta anécdotas donde todo era más difícil, pero tú lo resolvías con 20 pesos y carácter. Nadie te pidió consejo, pero tú ya diste cátedra.
8. Te estresa ver a tus amigas con hombres con cara de delito
Literal te dan ganas de darles una plática como si tú fueras su mamá. “¿Y ese muchacho a qué se dedica? ¿Por qué se la pasa subiendo frases de Bad Bunny con fondo negro?” Detectas red flags inmediatamente
9. Tienes termos, agendas, y “espacios de journaling”
No solo lloras… analizas por qué lloraste, lo escribes, lo subrayas y luego te haces una mascarilla.
10. Tus mensajes ya parecen comunicados oficiales
Ya no haces dramas por WhatsApp, mandas audios de 3 minutos explicando tus emociones como si estuvieras en TEDx. Y sí, terminan con frases tipo: “Necesito que esto no se repita, por favor”.
11. Te dan ganas de adoptar un gato… o un cactus
Porque los hombres decepcionan, pero una planta no. Bueno, sí… si no la riegas. Pero mínimo no te ghostea después de decirte “me encantas”.
12. Te preocupan cosas que antes ignorabas
“La presión arterial”, “la pensión”, “si me alcanza el gas”, “ya hay que comprar cortinas nuevas”… ¿En qué momento pasaste de “vamos por chelas” a “vamos a Soriana porque hay descuentos en edredones”? Te convertiste en señora sin darte cuenta.
Pero tranqui, no es una fase, es tu nueva era
Que se rían si quieren. Tú ya estás buscando propiedades en Infonavit mientras ellos siguen preguntando “¿y tú qué buscas en una relación?”. La paz, perro. Estoy buscando la paz.
Bienvenida a tu evolución: No hay marcha atrás. Solo abrázalo, disfrútalo y… cómprate ese topper bonito que viste en TikTok.