No es el olvido, ni la distancia lo que mata el amor… tampoco terceras personas, de hecho son decisiones propias.
Es el miedo… a sentirse solo.
Es el no conocerse… y no saber qué te llena y emociona.
Es el ego… de buscar más de lo que se tiene.
Es la ignorancia… de no saber lo valioso que hay a tu lado.
Es la falta de respeto… a sí mismo y a esa persona.
Es la necedad… de querer imponer una razón en lugar de un corazón.
Es la postergación… de una rosa, una caricia, de una palabra.
Y principalmente el orgullo… que es la peor de las distancias pues guarda palabras, esconde perdones, finge enojos y enloda promesas.
El amor muere porque muchas veces quieres hacer “hoy” todo lo que has dejado de hacer durante mucho tiempo. Para que haya amor, debes alimentarlo día a día y cuidarlo como si fuera algo que pudieras ver… posiblemente ese sea el problema.
Las personas sólo cuidan lo que pueden ver (un bebé, una planta, un perro), pero no cuidan lo que en vez de verse, se puede solamente sentir… Un sentimiento, una emoción, un recuerdo o una enseñanza.
Si no se cuida ese sentimiento al que llamamos amor, inevitablemente se marchitará y terminará por morir, sin oportunidad a ser resucitado.
Tómalo en cuenta para la próxima vez que sientas amor por alguien…
Autor: Desconocido.
