Contexto pa’ que entiendan No suelo contar este tipo de cosas, pero ya no puedo con el nudo en la garganta. Hace tres años falleció mi hermano mayor. Yo tengo 29, él tenía 30. Fue un accidente de moto y la neta, todavía no lo supero.
Era mi mejor amigo, mi persona favorita. Desde siempre fuimos inseparables; aunque él era el mayor, nunca fue el típico hermano que te fastidia solo porque puede. Lo amaba por eso. Mi prometida —la llamaré Bella— tiene 28 años y conoció a mi hermano solo un par de veces. Siempre decía que admiraba muchísimo la relación que teníamos, porque ella no tiene hermanos de sangre (solo hermanastros con los que no se lleva bien).
La sorpresa que no esperaba
Hace unas semanas, Bella me sorprendió con algo que me dejó sin palabras: un tatuaje enorme en su brazo, realista, en escala de grises… con la cara de mi hermano. También tenía un pequeño Snoopy al lado, su apodo y sus fechas de nacimiento y de partida. Dijo que lo hizo como homenaje a él y como forma de apoyarme, porque sabe que aún me cuesta mucho superar su ausencia. Y sí, al principio no supe qué decir. Estaba como en shock.
Cuando la emoción se volvió incomodidad
Cuanto más lo pensaba, más incómodo me sentía. Así que, con todo el cuidado del mundo, le dije que apreciaba el gesto, pero que me resultaba perturbador. Porque… no sé, es la cara de mi hermano. En el cuerpo de mi prometida.
¿Me explico? Es demasiado. Sobre todo porque apenas lo conoció.
Ella se enojó. Dijo que estaba siendo raro por rechazar un gesto bonito, que la hacía arrepentirse de algo que consideraba hermoso. Desde ese momento está distante. Mi mamá cree que debería estar agradecido de que alguien lo apreciara tanto como para tatuárselo. Pero yo no le pedí eso. Nadie lo hizo.
Viviendo con el tatuaje todos los días
Ahora estoy atrapado entre una prometida que apenas me habla y los ojos perfectamente sombreados en negro y gris de mi hermano mirándome cada vez que estamos juntos y honestamente, no quiero ni imaginar lo incómodo que sería verlo en situaciones íntimas. Solo de pensarlo me da ansiedad.
¿Estoy siendo irracional? ¿Soy un 1diota? ¿Tengo derecho a pedirle que se lo cubra o que se lo quite con láser?
Algunos detalles extra
Los dos tenemos tatuajes. Yo tengo varios pequeños; ella, tatuajes grandes. Que yo sepa, ninguno de los dos tiene problemas de salud mental ni tomamos medicación (no puedo creer que tenga que aclarar esto, pero bueno).
Desde que reaccioné así, ella usa mangas largas casi todo el tiempo. En su trabajo debe hacerlo de todos modos, pero ahora también en casa. Solo cuando dormimos lo veo realmente, porque usa camisetas sin mangas… y me duele físicamente. Me cuesta incluso mirar.
Moraleja
A veces, un gesto que parece bonito puede convertirse en una carga emocional para quien lo recibe. No todo homenaje se siente como amor; a veces se siente como invasión.
Y está bien poner límites, incluso cuando los demás piensen que estás exagerando y por si alguien necesita escucharlo: hay homenajes que solo sirven para la foto.