Han circulado por facebook algunas imágenes que describen lo que es ser un caballero, sin embargo yo no estoy de acuerdo con ellas, pues muchas son algo machistas, irreales y hasta ridículas. Es por ello que me di a la tarea de hacerle saber al mundo lo que realmente convierte a un hombre en un caballero.
Nada tiene que ver la caballerosidad con que te abra la puerta, yo no me ofendo si alguien no me la abre, afortunadamente tengo mis dos brazos. Es un lindo gesto pero no es obligación. Es algo que alguien se inventó y se le ocurrió decir que eso era ser caballeroso.
Esto es sólo una opción, no a todas las mujeres nos gustan las flores, hay mil y un detalles mucho más significativos que regalar plantas muertas.
Primero que nada la masculinidad y la feminidad son términos inventados por la sociedad. No eres masculino ni femenina por nacimiento. ¿Qué me dicen de los transgénero, transexuales, homosexuales, etc?
El porte y el estilo es muy subjetivo, no porque uses traje todos los días para ir a trabajar ya eres un caballero. Yo conozco innumerables patanes que tienen mucho porte pero nada en el cerebro.
¿Detrás? ¿Acaso somos sus guardaespaldas? No estamos atrás, ni abajo. A veces estamos lado a lado o muy por delante de ustedes.
Por eso estamos como estamos. No podemos decir que todo en un hombre se resume en poder.
Eso no es sexy, mas bien quiere decir que eres respetuoso con el tiempo de los demás, algo que todo mundo debería ser.
¿Cómo no me voy a reír con todas las burradas que dicen sobre “ser un caballero”? Chicas, nuestra felicidad sólo depende de nosotros.
¿Cómo una princesa? ¿O sea que me traten como si fuera indefensa e inútil todo el tiempo? No gracias, prefiero un verdadero caballero y esto es lo que verdaderamente significa ser uno.
Un caballero es aquel que ha entendido que su masculinidad no depende de actos banales y automáticos con una mujer, sino de verdaderas emociones y detalles personales e irrepetibles.
Quien no se jacta de tener 300 mujeres y que prefiere respetar a una sola. Un caballero se pone el delantal y divide las tareas del hogar porque sabe que no se trata de “ayudar”, sino de hacer lo que le corresponde.