No soy el único. Todos los hombres latinos que hemos tenido cerca a una, nos quedamos mal. Literal, mal.
Y no, no es solo porque estén guapas. Es todo lo que son. Son mujeres difíciles, sí. Pero ¿sabes qué? Lo difícil enamora. Lo fácil aburre.
1. Son guapas, pero no lo andan presumiendo
Piernas largas, caderas marcadas, cintura definida y piel firme sin tener que vivir en el gym. No necesitan maquillaje ni filtros ni cirugías para llamar la atención. Lo traen de fábrica. Es belleza cruda, natural, sin poses.
2. No hacen show. No lloriquean. No te ruegan
Si se enojan, te lo dicen. Si no les gustas, te dejan de hablar. Punto. No te andan mandando indirectas ni te bloquean por todo. Tienen carácter, no escándalo. Y eso, para nosotros que estamos acostumbrados al drama, es oxígeno.
3. Huelen a perfume y a dignidad
Se cuidan, se perfuman, se peinan. Pero más allá de eso, huelen a mujer libre. A alguien que no necesita a nadie para sentirse completa. Te enamoran sin hacer esfuerzo. Sin buscarlo. Eso es lo que más jode… tienen tanta seguridad en si mismas que te hace querer estar a la altura.
4. Tienen porte, cultura, pero no te la echan en cara
Pueden hablarte de arte, cine, política, libros, historia… pero sin hacerte sentir burro. No presumen lo que saben, te lo comparten. Y uno, que viene de donde todo es reguetón y puro chisme, se siente como entrando a otro nivel.
5. No se dejan controlar ni por Dios
Una española no va a dejar de salir, de vestirse como le gusta ni de hablar como piensa por ti. Ni por nadie. Son mujeres ingobernables. No obedecen, no se bajan, no piden permiso. Te lo juro: no son para hombres débiles.
6. Saben gozar
Comen, ríen, se echan su vino, te bailan, te sueltan una risa con ese acento que te arranca el aliento. No están reprimidas. Y esa libertad… ese disfrute sin remordimiento… eso te hace querer quedarte a vivir en su mundo.
7. No te necesitan.
No están buscando pareja. Ni marido. Ni salvador. Te miran como igual. Y si te eligen, es porque te quieren, no porque te necesitan. Y uno, como hombre de verdad, sabe que eso vale más que cualquier cosa.
Y sí, las latinas son fuego. Pero las españolas son tormenta. Te arrastran, te limpian, te transforman.
Y si alguna vez amaste a una, aunque sea una sola vez…
ya nunca vuelves a querer a medias.