Lamentablemente hemos crecido con la idea de que el amor duele y lastima, y eso nos condiciona a aceptar el maltrato, y terminamos disfrazándolo diciéndonos a nosotras mismas que estamos luchando, cuando en realidad estamos aguantando. Nos decimos que somos felices cuando en realidad estamos sufriendo.
La manipulación es el arma preferida de las relaciones inestables y tóxicas. Y para que esta pueda sobrevivir en una relación es necesario un agresor y una víctima. El objetivo de la manipulación siempre será condicionar a la víctima a cumplir las expectativas del agresor mediante el control psicológico y emocional.
Estas son sólo algunas de las más comunes:
No te lo dije porque sabía cómo te ibas a poner.
Es sólo una broma, no tienes sentido del humor.
Yo no dije eso, estás imaginando cosas.
Yo creía que confiabas en mí.
Tú no me comprendes.
Si te vas me mato.
Te mentí para no herirte.
Eres demasiado sensible.
Eres una exagerada.
Eres una tóxica.
Estás loca.
¿Cuántas te han dicho? y ¿Qué otras has escuchado?