Siempre he pensado que las relaciones amorosas no son tan complicadas como nos las han pintado siempre. Si bien hay cosas que no puedes controlar pues no están en tus manos, la mayoría sí lo están y son estas las que llevan al desastre (y me refiero tanto a hombres como mujeres). Pero en esta ocasión este artículo va enfocado a mujeres, a cosas que repetimos relación tras relación sin darnos cuenta que son estas acciones las que nos ayudan a cavar el hoyo de nuestra desgracia.
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Tus berrinches
Yo sé que eso de que las mujeres somos berrinchudas y dramáticas es un estereotipo que no se aplica a todas. Pero ocurre y eso es algo que puede afectar tus relaciones amorosas. No eres una niña, las cosas se arreglan hablando (no gritando, no llorando, no atacando).
Creer que tiene la obligación de entretenerte
He visto un montón de veces a chicas que están aburridas, le marcan al novio para salir, pero él no puede o no quiere. Y eso desata el infierno, la chica enloquece, se enoja, y le echa la culpa a su novio de su aburrimiento. Mujeres, ellos no son responsables de entretenernos, no son bufones ni animadores. Si estás aburrida ve sola al cine o haz algo por tu cuenta.
Verlo como tu cajero automático
Yo sé que nos han educado para pensar que los hombres son responsables de la parte económica de la relación. Pero no porque nos hayan educado así, quiere decir que eso sea cierto o que tú no puedas re-educarte. No se vale que les carguemos ese peso, nosotras somos igual de responsables en la relación. No es tu papá, es tu novio o esposo, una relación completamente distinta.
Actuar como si fueras su madre
No puedes prohibirle cosas o actividades, decirle qué y cómo hacerlo, mandarlo. Ni eres su mamá ni su jefa. Si él defrauda tu confianza será su problema, sólo demostrará que no es digno de ti y tú podrás botarlo con la mano en la cintura. Pero si crees que apretando la correa te será fiel (por que esa preocupación es la que desata estas conductas) estás equivocada. La confianza no se trabaja así.
Darle rodeos a todo
No hablar claro y sin rodeos puede prestarse a malos entendidos que terminen en una pelea innecesaria o hasta en el rompimiento de la relación. Así que, qué les parece si intentamos dejar de decir “no tengo nada” y mejor soltar el problema que nos aqueja. Es más rápido y así evitamos pelear por todo.
Sacar cosas del pasado
No se vale traer a colación cosas que él haya hecho en el pasado para querer ganar una discusión o para hacerlo sentir mal. Si perdonaste cosas, entonces quiere decir que están superadas, no las uses para querer tener la última palabra.
Desquitarte con él
Todo el mundo puede tener un pésimo día, y se supone que tu pareja debe ser tu zona zen esa que te devuelva la calma. Pero si llegas a desquitar toda la porquería que te ocurrió en el día con la única persona que no tiene la culpa, no esperes que la otra persona se quede como saco de box, aguantando tus golpes sin hacer nada.
Creer que sólo tú puedes decidir cosas
Esto lo he visto con mi abuela, madre, tías y amigas. Creer que ellas siempre tienen la última palabra en cuanto a decisiones, el color de las paredes, las cortinas, la boda, etc. Y que además creen que a los hombres no les interesan estos temas o que no tienen por qué opinar. ¡Calma! son un equipo no una dictadura.
Vivir enojada
Tienes que preguntarte por qué siempre estás de malas, qué pasa en tu vida que no te gusta, por qué te sientes frustrada. Si es tu relación entonces termínala por lo sano. Si es algo personal, busca ayuda profesional. Resolver nuestros conflictos psicológicos es necesario para tener una relación sana.
No ser tú misma
La enojona, mandona, berrinchuda, dependiente y frágil no eres tú. Estás tratando de encajar en el estereotipo de lo que se supone debería ser una mujer. Aléjate de todo eso, deja de pensar que el amor es como en las películas. No trates de imitar a nadie. Sé tú misma y encontrarás a quien encaje a la perfección.