Ser una chica olvidadiza tienes sus pros, como por ejemplo olvidar bastante rápido a algún ex o no preocuparte por la tarea. Sin embargo, también tiene sus contras, como olvidar un examen o provocarte situaciones embarazosas. Lamentablemente ser olvidadiza trae más problemas que ventajas, y si tú eres así, seguro que has tenido que pasar por situaciones muy vergonzosas.
¡Pero aliviánate! lo bueno de ser olvidadiza, es que estos sucesos bochornosos, tarde o temprano lo terminaremos olvidando… como todo.
Estar intentando estudiar con música y terminar viendo videos de YouTube o listas de reproducción de Spotify, pasar al menos una hora perdida en la red y de pronto preguntarte ¿qué estaba haciendo?
Cuando ves que tus compañeros están apurados haciendo la tarea antes de que el profesor llegue y tú no tienes ni idea de qué tarea se trata ¡Y te da pena preguntar! ¡Ay no!
Estar en tu trabajo o escuela y esa vocecita maliciosa en tu cabeza te pregunta “¿apagaste la estufa?”
Llegar a tu casa, buscar las llaves, no encontrarlas y tener ese mini infarto por no recordar si tomaste o no las llaves cuando saliste.
Estar platicando con tus amigos y comenzar a pensar en “deja reviso si no tengo notificaciones en mi celular… un momento ¿dónde dejé mi celular?”.
Estar leyendo un libro y ponerte a pensar en el origen del universo… y tener que volver a leer el párrafo porque no le pusiste atención ¡Que coraje!
Estar haciendo cualquier cosa, leyendo, en el baño, comiendo, estudiando, etcétera; pero si tu celular suena por WhatsApp, Instagram, Pinterest o por lo que sea; no puedes esperar ni un minuto para saber de qué se trata.
Si le gustas a un chico eres la última en enterarte. Primero se enteran sus amigos, después tus amigas, tu mamá, tus hermanos, tus tías, la vecina, tu perro, el sacerdote del pueblo y finalmente… tú.
Deambular por tu trabajo, escuela o casa pensando en “… ¿a qué venía?”.
Momento incomodísimo cuando tu amiga te contó todas sus penas la noche anterior, y al verse en la mañana te pregunta “¿tú qué opinas?” y tu perdidísima en el limbo, ya sin recordar de qué diablos estuvo hablando ayer.