Todas soñamos con ser la futura doctora Grey, la abogada de “Suits” o mínimo la creativa cool de Mad Men. Pero luego… zas. Te das cuenta de que odias lo que estudias, que tu vocación es más inexistente que el interés de tu ex en terapia, y que básicamente metiste la pata.
¿Y ahora? Pues no te vas a morir (bueno, por dentro tantito sí). Aquí te va la guía de supervivencia:
1. Acepta que la cagaste
No eres la única. Todos tenemos esa amiga que estudió ingeniería y ahora vende pasteles, o el que juraba que sería arquitecto y hoy hace TikToks de recetas. No pasa nada.
2. Deja de pensar que ya arruinaste tu vida
Esto no es una novela de Televisa. Cambiar de carrera no te convierte en un fracaso. Te convierte en alguien que tiene lo suficiente para no pasar los próximos 40 años llorando en un cubículo.
3. Usa lo que aprendiste (aunque no te guste)
Aunque la carrera no sea lo tuyo, algo bueno te dejó: contactos, habilidades raras, o mínimo resistencia. Todo sirve.
4. Investiga qué sí te prende
Haz una lista: ¿qué cosas te emocionan aunque no te paguen? ¿Qué tema googleas cuando deberías estar estudiando? Ahí está la pista. (no, “dormir” no cuenta como carrera).
5. Toma cursos, cambia de carrera o arma plan B
Nadie te obliga a quedarte. Puedes cambiarte, puedes tomar diplomados, puedes aprender por tu cuenta. Vivimos en la era donde alguien que aprendió en YouTube gana más que un ingeniero con maestría.
6. No te compares
Sí, tu prima ya se tituló y tiene coche, pero también tiene la cara de que odia la vida. Nadie está tan perfecto como aparenta, así que calma.
7. Atrévete a reiniciar
Más vale perder un año que perder toda tu vida haciendo algo que odias. ¿Quieres volver a empezar? Hazlo. ¿Quieres mezclar lo que estudiaste con lo que sí amas? También se puede.
Escoger mal no significa estar condenada. Significa que estás conociéndote y ajustando el camino. La vida no es lineal, es más como la señal de Telcel: se cae, regresa, se va otra vez. Y tú, mientras tanto, puedes cambiar, aprender y reinventarte.
Así que levanta la frente, guarda tus apuntes feos, y empieza a buscar lo que realmente te hace feliz.