Cada año, con las doce campanadas, comenzamos una nueva lista de propósitos llena de esperanza y buena intención. Pero, seamos honestas, hay ciertos propósitos que año tras año siempre se quedan en el olvido, y aunque ya lo sabemos, seguimos añadiéndolos año con año. Aquí te dejo una lista de esos clásicos propósitos que prometemos con fervor… pero que casi nunca cumplimos.
“Voy a ir al gym todos los días”
Ah, el clásico. Te inscribes en enero con una emoción desbordante, compras ropa deportiva nueva, y los primeros días te sientes imparable. Pero, por ahí de febrero, el gimnasio se convierte en un recuerdo lejano. Mejor empiézale poco a poco, y en lugar de inscribirte mejor sal a correr, propónte algo más factible en tu vida.
“Ahora sí, voy a comer más sano”
Adiós a los tacos, las papas y el refresco… o al menos eso dices. Pero luego llega la primera reunión con amigas, el cumpleaños de alguien o simplemente la flojera, y terminas pidiendo esa pizza que tanto amas. El problema es que quieres restringirte de todo a la primera y así nadie puede. Empieza poco a poco, paso a paso, de la mano de un profesional.
“Voy a ahorrar”
Empiezas fuerte, guardando cada monedita en tu alcancía o transfiriendo dinero a tu cuenta de ahorros. Pero entonces llega la oferta de ese celular, esos zapatos irresistibles o el concierto de tu artista favorito, y adiós ahorro. Sé más realista y honesta contigo misma y pregúntate cuánto realmente puedes guardar cada mes y atente a ello.
“Este año sí aprendo inglés (o cualquier idioma)”
Te suscribes a Duolingo, ves un par de tutoriales en YouTube, incluso compras un libro. Pero luego te vas poniendo pretextos de que no tienes tiempo y lo dejas una vez más. Si necesitas aprender inglés, esa necesidad te hará lograrlo, pero si sólo te lo propones pues porque sí, mejor ponte otra meta.
“Voy a leer más libros”
Empiezas con uno o dos capítulos y juras que esta vez llegarás al final. Pero Netflix y TikTok siempre están ahí para tentarte. Ese libro que comenzaste en enero sigue en tu buró… en junio. Lo mejor es empezar 5 minutos al día, ir subiendo poco a poco, meterlo en tu rutina.
“Voy a dormir más y mejor”
Prometes acostarte temprano y dejar el celular a un lado, pero antes de darte cuenta, son las 2 a.m. y llevas tres horas viendo videos de perritos. ¿Dormir temprano? Tal vez el próximo año. Aquí la fuerza de voluntad lo es todo, si sabes que no lo harás, pues no te frustres y mejor piensa otro propósito.
“Voy a ser más organizada”
Compras una agenda bonita, post-its de colores y hasta descargas aplicaciones para organizar tu vida. Pero al cabo de unas semanas, todo vuelve al caos habitual, y la agenda termina siendo usada para garabatos.
“Dejo el alcohol (o el café, o los dulces)”
Muy bien, todo va de maravilla hasta que llega la primera reunión familiar, el cumpleaños de tu mejor amiga o ese lunes donde solo el café te salva. Adiós abstinencia.
“Viajar más”
Prometes salir de tu zona de confort, explorar nuevos lugares y vivir aventuras. Pero entre el trabajo, los gastos imprevistos y la falta de tiempo, terminas viajando del sofá a la cama.
“Voy a ser más paciente”
Empiezas bien, respirando profundo cuando algo no te gusta. Pero en cuanto te toca esperar en el tráfico o alguien tarda más de cinco minutos en contestarte un mensaje, toda tu paciencia se evapora.