No hay nada más placentero que entrar a tu propio baño a descargar tus sentimientos, pero no siempre podemos hacerlo en la comodidad de nuestro hogar, y con toda la pena de nuestro corazón nos vemos en la necesidad de hacerlo en baños ajenos, ya sea en casa de tu novio, tu amiga, un baño público, el baño de tus suegros, etc. Esto es lo que ruegas a Dios jamás te ocurra.
Un sudor frío te recorre el cuerpo cuando sabes que una flatulencia se avecina. Es inevitable que la retengas, sabes que será muy ruidosa, y maldices a tu colon por traicionarte de esa manera.
Sabes que te has tardado demasiado y que las personas que te esperan afuera sabrán que hiciste del 2.
Ir a un baño público y hacer de aguilita es lo más normal para una mujer, y lo peor que puede pasarte en esta incómoda situación, es que el chorrito de pipí se vuelva loco y termine fuera del inodoro mojándote un poco.
¡Tener Diarrea! Además del ruido hecho por la enfermedad, tus quejidos serán evidentes. ¡Es un mega combo de la mala fortuna!
Salir de un baño público con el papel atorado donde ya no debería estar.
Salir del baño después de haber hecho del 2, y cuando llegas al lugar donde se encuentran todos, acordarte que no le bajaste al baño.
Tapar el baño y que la bomba para destaparlo no esté por ningún lado. ¿Qué demonios haces?
Tirar accidentalmente el rollo de papel al inodoro, ahora tendrás que sacarlo, no tendrás excusa que justifique por qué diablos está mojado, y lo peor de todo, no tendrás papel para limpiarte.
Haber hecho lo tuyo y al último momento quedarte sin papel. Ni modo que le grites a alguien que te traiga un rollo.
Vomitar en casas ajenas es sumamente penoso, y lo es aún más si son como yo que hacen ruidos guturales y espantosos que se oyen a 3 cuadras alrededor.
Querer bajarle al baño y que no haya agua o que el flotador se haya atorado, ahora tienes que quitar la tapa para arreglar el problema y se escuchará todo.