No eras perfecta, ni mía, ni eterna. Pero fuiste inolvidable. No lo digo por romanticismo barato, lo digo porque a veces cerrar los ojos sigo pensando en ti.
1. Cómo me desafiabas sin romperme
Tenías esa manera de decirme las verdades que dolían, pero nunca desde el ego. Me enfrentabas sin herirme, me ponías en jaque sin perder el respeto. Contigo crecí sin darme cuenta.
2. Cómo me amabas sin depender de mí
No me necesitabas para respirar, y eso me partía. Porque estabas entera. Y aún así, elegías quedarte. Hasta que no.
3. Tu risa cuando estabas rota por dentro
Sabías fingir luz como nadie. Pero yo conocía tu sombra, y aún así… me hacías reír como si nada doliera.
4. Esa conexión sin nombre
Nunca fuiste “mi novia”, pero cada vez que me hablaban de amor, pensaba en ti. Porque lo nuestro sin título… dolía más que lo oficial.
5. Cuando te fuiste antes de que yo estuviera listo
Tú sabías lo que valías. Yo no supe cuidarlo. Y cuando lo entendí, ya estabas lejos.
6. Cómo me mirabas como si yo fuera magia
Nadie volvió a verme así. Como si pudiera con todo. Como si tuviera luz. Sin condiciones.
7. Lo mucho que sabías de mí sin que yo hablara
Leías mis gestos, mis vacíos, mis silencios. Me entendías. Y eso no lo encontré en nadie más.
Ser inolvidable no es algo que se busca. Es algo que se es.
Y tú, sin quererlo, te volviste imposible de borrar.