Sí, amiga… lo sabemos. Te metes a bañar y ya vas en la escena donde él se enamora de su compañera del trabajo, tiene dos hijos con ella y tú terminas criando gatos con ansiedad y una tiroides inestable. Basta.
¿Te estará poniendo los cuernos?
Puede ser. Pero si quiere, lo va a hacer aunque lo tengas geolocalizado en tiempo real y lo llames cada media hora. Así que no te desgastes. Si quiere engañarte, lo hará. Y si lo hace, que se vaya directo al inframundo de tus bloqueados.
¿Le gustará más su amiguita?
Y si sí… ¿tú te vas a marchitar por eso? ¿Por una que se toma fotos con el filtro de mariposas? Por favor!!!… Si le gusta más otra, que se largue con la otra. Tú no estás aquí para competir, estás para ser adorada.
¿Y si ya no le gusto?
¿Y si mañana cae un meteorito? ¿Y si tu perro habla? Todo puede pasar. Pero tu valor no cambia por lo que otro siente o deja de sentir. No te defines por sus gustos cambiantes ni sus crisis existenciales. Si ya no le gustas, qué pena por él. Next.
¿Y si ya no me quiere?
Bueno, llora, grita, vete al baño a decir “no soy suficiente” mientras escuchas a Aitana. Y luego te limpias la cara, te pones gloss, y te vas a vivir. Porque tú vales amor, incluso cuando otro deja de dártelo. Si alguien no te quiere, tú te quieres el triple. Punto.
¿Y si sí me pone el cuerno?
¿Qué pasa si sí? ¿Se cae el mundo? ¿Se apaga el sol? ¿Se acaba la temporada de tu serie? NO. Pasa lo que pasa en todas las historias de reinas: la cucaracha se va y tú te reinventas. Que te pongan los cuernos no te hace menos reina, menos guapa ni menos valiosa. Te hace humana. Pero lo que hagas después, eso sí te define. ¿Y sabes qué harás? Levantarte con más brillo que antes.
¿Y si le gusto mi madre, mi prima o mi perro?
JAJA. Puede ser. Hay hombres que ven una sombra con forma de curva y se enamoran. ¿Y tú qué vas a hacer? Nada. Seguir siendo tú. Porque el problema no es si le gustas a medio mundo. El problema es si tú dejas de gustarte por sus estupideces. No caigas ahí.
¿Cómo dejo de imaginarme lo peor?
Fácil. Cada que tu mente se invente un drama, invéntate tú uno mejor. Tu mente: “Seguro está en una fiesta ligándose a otra”. Tú: “Seguro está jugando FIFA sin bañarse, como el simple mortal que es”. Contrarresta cada pensamiento intrusivo con uno realista o ridículo. Y se te baja.
¿En qué confío entonces?
Confía en ti. No en que él no lo hará, no en que “nunca te va a dejar”, no en que “le gustas más que nadie”. Confía en que si lo hace, si te deja, si te traiciona… TÚ LO VAS A SUPERAR. Porque no eres una víctima de las emociones ajenas. Eres Beyoncé. Y aunque a Beyoncé la hayan engañado, ¿dejó de ser Beyoncé? Exacto.