Ya me resigné, de verdad que ya lo hice. He aceptado que mi Instagram siempre será ordinario, jamás tendré este tipo de fotos por más filtros que use, o por más artística que quiera verme. Y es que ¿cómo lograr algo así? Ni sacándome la lotería me alcanzaría para algo así.
¿Quién va así por la despensa? Tendría que llevarme mi vestido de XV años para más o menos imitar el estilo.
Mis chamarras no se le parecerán jamás a esto, así que nunca podrá estar en mi Instagram.
La foto más nice que tengo es de mí en la alberca de un hotel familiar, y ni siquiera se ve el mar.
Jamás habrá un jet privado en mi Instagram, a menos que alguien se apiade de mí y haga un milagro con ayuda de photoshop.
No me alcanza ni para comprar una caja vacía de chanel.
A menos que use el dinero del turista esto es completamente imposible.
Sí puedo tener una foto así. Claro, en clase económica y con las rodillas pegadas en el asiento de enfrente, pero de que se puede se puede.
Lo más que puedo hacer por mí misma es subirme al cofre del coche del vecino con las chanclas que uso para lavar el patio.
Él tiene una foto con un lobo, y yo no logro que mi perro aprenda a sentarse.
Ella con una tarjeta de crédito exclusiva y a mí hasta la de coppel ya me quitaron.
No bueno, mi celular fue comprado en un oxxo.
Si yo no tengo coche, mi perro menos.
Lo más que lograré es una foto saliendo de Zara.
https://www.instagram.com/p/BBS-xDkCM7i/?tagged=richgirl
Tendría que hacerme mis propias alas, y créanme que luciría como todo menos cómo un ángel.
Tendré que conseguirme la versión pirata.
¿Una foto de una concha cuenta?
La botella más lujosa que tiene mi Instagram es la del rompope de la monja.
A pegarle una estampa de ferrari al volante del carro de mi papá.