Cosas que sólo una chica desordenada puede confirmar

Vivir en el desorden no es tan malo como dice mi mamá. Dentro de todo mi caos he encontrado mi equilibrio. No espero que alguien lo entienda, pero ojalá algunos sí.

Si tú eres una desordenada feliz, seguro que esto también te pasa a ti.

La verdad es que no te importa.

Has llegado a un punto en el que las críticas se te resbalan como mantequilla. Si tú puedes vivir así, ¿cuál es el problema? Serás una desordenada feliz.

La ropa limpia y la sucia no conviven.

Aunque la gente no lo crea hay un poco de orden dentro de tu caos. Nadie puede comprenderlo pero tú sabes perfectamente que la ropa encima de la cama y en las sillas está limpia, y la que está en el suelo está sucia. ¿Qué tan difícil puede ser?

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Sólo alguien desordenado podrá entenderte.

Todo aquel que no lleva a un duende del desorden por dentro, no podrá sentirse cómodo en tu habitación. Así que si tienes amigas o amigos a los que no les importe, ¡no los dejes ir jamás!

Has intentado cambiar sin éxito.

Has intentado cambiar y ordenar un poco más por el bien de los nervios de tu mamá, pero sólo has logrado que tu habitación se mantenga así durante un día, después de eso vuelve al desorden de antes.

Eso de que sabes donde está todo no es 100% cierto.

Pues sí, también hay que reconocerlo. Pierdes mil veces el control de la televisión, tu celular y las llaves. Eso te pasa todos los días.

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Encuentras cosas que ya dabas por muertas.

Ser desordenada tiene una ventaja maravillosa, de pronto encuentras cosas que tenías perdidas desde hace años, puede ser desde dinero hasta dulces en tu ropa. ¡La mejor sensación!

Tu madre termina por rendirse.

Haga lo que haga siempre agotará sus recursos y no tendrá otra opción mas que rendirse a tu desorden con la frase: “Si quieres vivir en un cochinero, allá tú”.

Tienes más privacidad.

Nadie se queda más de dos minutos ahí, se convierte en algo así como tu cueva.

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A tu mascota le caes mejor.

No importa si es un gato o un perro, extrañamente se sienten más cómodos en tu habitación. Es como si encontraran su propio refugio en todo tu desorden.

Tu sistema inmunológico es de acero.

Al parecer todas las bacterias y virus conviven armoniosamente en tu habitación, así que la forma de agradecerte de que las dejes vivir ahí, es no atacándote.