Desde hace tiempo me he debatido en qué decirles. Mi vida ha cambiado tanto que a veces no tenemos cosas en común.
¿Se acuerdan cuando hablábamos todos los días? ¿O cuando podíamos comentar el sábado de cómo había estado nuestra noche del viernes?
Creo que si les digo qué hice el viernes: bajar fiebre, limpiar un par de nalguitas sucias, sacarme leche mientras cenábamos, preparar la ropa de la natación, ir a la farmacia (porque siempre hay algo que hace falta, no necesariamente medicinas) y, cuando llegó el plan más esperado: ¡acostarnos a ver una película! nos quedamos dormidos; seguramente se espantarían. Probablemente no más de lo que las espanté los primeros meses cuando nació mi primer bebé, con mis llantos de desvelos, mi frustración de la lactancia o simplemente mi cansancio extremo.
Pero quiero que sepan que soy inmensamente feliz, aunque las arrugas en mis ojos, o las estrías en mi vientre parecieran decir otra cosa.
Eso no significa que tener hijos sea la única razón de felicidad. Y si no está en su plan de vida, las entiendo perfectamente. Porque aunque sea feliz, a veces envidio su libertad, a veces envidio la capacidad que tienen para descansar, o sus planes espontáneos, sus viajes sin cargar con millones de maletas, sus viajes con amigas, sus almuerzos sin convertirse en pulpo, sus idas al cine, sus carreras prominentes, pero sobre todo, el tiempo, el tiempo que tienen para devorarse el mundo.
¿Si lo volvería hacer? Mil y un millón de veces sí. Aún con lo que trae, volvería a tener a mis hijos, siempre. ¿Si tendré más? No lo sé. No me pregunten eso. Estoy en una fase de supervivencia, hay días que no sé ni cómo se llaman mis hijos, o qué día es, o si mi blusa combina con mi pantalón, muchísimo menos sé si tendremos más hijos. Con los que tengo, tengo las manos llenas y el corazón también.
Sé que si ustedes ven el caos en el que se ha convertido mi vida, dudan de si quieren eso para ustedes. Y es que yo no lo escondo, es difícil, es caótico, es agotador, pero es maravilloso. A veces les muestro sólo el lado terrible y no las bombardeo con los primeros aplausos, la primera gateada, los primeros pasos, las primeras sonrisas, será que me acostumbré a poderles decir todo y las uso para desahogarme.
Sea cual sea su decisión, si quieren tener hijos o no, si pueden tener hijos o no, yo las apoyaré. Porque si algo he descubierto es que por más increíble que sea, es una decisión que te cambia la vida. Demasiado. Así que sea cual sea en la fase en la que estén, disfruten el tiempo antes de tenerlos, o su tiempo si nunca los tendrán. Disfruten las cosas triviales, una ducha larga, una comida caliente, manejar escuchando su música a todo volumen, dormir hasta tarde, dormir todo el día, dormiiiir, disfruten de dormir, hacer ejercicio sin presión de tiempo, hacer planes sin planear, disfruten todo. Porque más adelante van a disfrutar, pero estas pequeñas cosas, seguro las van a extrañar.
Lo que puedo decirles sin lugar a dudas, es que las extraño como nunca. Extraño poder estar en la misma página que ustedes, aunque sé que es imposible, extraño poder buscarlas para consejos, extraño poder hablar por horas. Lo extraño.
Sé que probablemente no he sido la mejor amiga para ustedes. Tengo tantos roles ahora, que me cuesta ser esa amiga que está presente en todo momento, esa amiga que puede acompañarlas en sus planes, en sus experiencias, esa amiga que siempre está allí. No significa que no quiera hacerlo, quiero que sepan eso.
El día que estén en la misma fase que yo, me podrán llamar a deshoras, llorar en mi oído, sea cual sea su estilo de ser mamá, las entenderé completa y absolutamente y sobre todo, seré feliz, feliz de compartir con ustedes el camino de la maternidad.
Gracias a: Thebreastfeedingchronicles