Te lo dice alguien que ya se casó, ya se juntó, ya planchó camisas ajenas mientras soñaba con su propia vida…
A los 20 no tienes que estar criando hijos ni lavando calzones de nadie. A esa edad deberías estar bailando, viajando, enamorándote de ti misma, no sobreviviendo.
No te apures por tener una familia
Tener hijos no te hace más adulta ni más feliz. Casarte temprano no es logro, es trampa disfrazada de estabilidad. Si lo haces con la persona incorrecta o sin haber vivido antes, vas a querer escapar… pero ya con deudas, pañales y con varias responsabilidades.
No vivas para complacer
Deja de poner a todos primero. No eres ni madre de nadie, ni mártir. Si te piden que vayas al mercado, no seas tonta. Compra más barato y quédate con el cambio. No es robar. Es comisión por tanto que das gratis.
Ámate antes de repartirte
No des tu tiempo, tu energía y tu amor como si te sobrara. Quedarte sin ti por los demás no es bonito, es triste. Y luego nadie te lo agradece. Primero tú. Luego tú. Y después, si quieres, tú otra vez.
Vive lo que tengas que vivir
Píntate el cabello. Córtate el fleco aunque llores después. Cambia de carrera, de casa, de círculo. Viaja sola. Cómete ese postre. Métete a clases de algo que no te va a dejar dinero pero sí paz. No todo es productividad. A veces solo se trata de tener recuerdos que te hagan reír cuando estés arrugada.
Y si ya la regaste, aprende y sigue
No pasa nada si te juntaste, si tuviste hijos, si te metiste en lo que no era. Aprende. Reinvéntate. Siempre estás a tiempo de cambiar de rumbo. Solo que si puedes evitarlo… hazlo. La juventud no vuelve, y no hay peor vejez que la que llega con arrepentimientos.
Vive, goza, equivócate, pero que sea por ti, no por complacer a nadie.
Porque la vida no espera… y los años tampoco.