Porque sí, hablar frente a otros puede dar más miedo que ver el mensaje: “tenemos que hablar”.
Aquí va tu salvavidas:
1. Aprende a engañar a tu cuerpo primero
Tu cerebro cree que estás en peligro… porque tú se lo haces creer.
Actúa como si fueras segura: espalda recta, mentón arriba, voz firme.
Postura = poder. No es broma. Se llama “biofeedback”
2. El baño: tu camerino de poder
Antes de pasar, enciérrate en el baño.
Respira hondo. Haz una pose de victoria frente al espejo (manos arriba, sonrisa falsa).
Sí, pareces loca. Pero tu cerebro empieza a liberar dopamina.
Gracias, biología.
3. Lleva tu ‘tótem’ de poder
Un anillo, una pulsera, un perfume o unos calzones que te hagan sentir Beyoncé.
No es superstición. Es enfoque sensorial. Te anclas al presente.
Bonus si huele rico o tiene texturas que te calman.
4. Aprende el guion… pero no lo recites
Memorizar palabra por palabra = receta para el colapso si olvidas una.
Mejor entiende la idea. Aprende tus bullet points.
Así pareces natural, aunque por dentro estés en modo: “¿y ahora qué digo?”.
5. El miedo no se va: se entrena
No esperes que mágicamente un día dejes de tener nervios.
Los nervios se doman, no se eliminan.
¿La solución? Repetición. Haz mini expos frente a tu espejo, a tu gato, a tus plantas.
6. Audios, pero tuyos
Graba tu voz ensayando. Escúchate mientras lavas trastes o caminas.
Al principio te odiarás. Luego, te harás fan.
Escucharte te da claridad y ayuda a corregir tics verbales.
7. Baila antes (sí, literal)
Suelta la energía tensa.
Pon una canción ridícula y haz el ridículo tú sola.
Cuando tu cuerpo se relaja, tu mente se libera.
Y si no funciona, mínimo ya te reíste un rato.
8. Ensaya con público hostil (de confianza)
Invita a tu amiga que todo lo critica. A tu primo que se burla de todo.
Haz tu presentación frente a ellos. Si sobrevives eso, puedes con todo.
Bonus: te van a decir lo que nadie más se atreve. Y eso se agradece.
9. Ten preparada tu frase de rescate
¿Te quedaste en blanco? Suelta un:
“Perdón, esto me apasiona tanto que a veces solo me gusta escuchar.”
Así recuperas el control sin parecer que vas a llorar (aunque quieras).
10. Finge que eres otra persona (la versión de ti que no se asusta)
Hazlo como actriz. Como influencer. Como la presentadora de premios que vive en tu cabeza.
Si tú no puedes… entonces hazlo como la tú del futuro, la que ya se ríe de este miedo.
Y al final, repítelo: “No me define un error. Me define que me paré aquí.”
El pánico escénico no se cura con magia. Se enfrenta con práctica, sudor y un poco de drama.
Y recuerda:
Hasta la gente que ves segura… empezó temblando.
Lo importante es que tú no te calles.
Porque tu voz, aunque tiemble, vale más que el silencio.