Todos tienen sus propios secretos, ¿no te asusta?
Quiero decir, pasamos entre muchas personas todos los días, y no sabemos lo que están pensando o pasando en sus vidas. Ya sabes, se ven felices, pero a veces sus almas lloran.
Esto sucede con los secretos. Realmente no sabemos qué transita por las mentes de las personas. No sabemos todos esos curiosos, felices, incómodos, sensuales o mórbidos secretos que cada una de las personas con las que nos cruzamos día a día ocultan. Secretos que a muchos incomodan en su día a día y que darían hasta su vida para que no fueran revelados.
Los secretos son esa herramienta por la cual podemos sentirnos seguras para atrevernos a hacer cosas que no haríamos frente al ojo de todos. Ellos nos pueden inspirar y motivar a hacer locuras, pero también nos pueden hundir por culpa de nuestros propios deseos. Son un arma de doble filo que en cualquier momento pueden ponerse en nuestra contra si no sabemos ocultarlos como se debe.
Tener secretos no es malo. Yo tengo secretos, tú tienes secretos, tu novio tiene secretos, y hasta tus padres tienen secretos que nunca te dirán. Y creo que así es mejor, no estoy segura de que mi cabeza pudiera procesar tantos extraños pensamientos y actos que han pasado por otros seres humanos.
Los secretos nos hacen ver que jamás terminamos de conocer al 100% a otro ser humano. Todos tenemos la necesidad de ocultar algo, ya sea un amor, un miedo, una historia, un problema, una inseguridad. Todos y todas somos tan diferentes y tan iguales, es extraño, pero al fin del día ‘eso es lo que nos hace tan interesantes’… Como diría Ryuk.