El transporte público en México es tan peligroso como cualquier deporte extremo. Viajar diariamente en él te exige gran resistencia física y mental para superar todas las adversidades que te puedas encontrar en el camino. Si aún no estás convencido de la comparación, tienes que ver ésto.
Los choferes son como entrenadores de gimnasio psicópatas, saben que tienen que hacerte fuerte para que sobrevivas, así que siguen subiendo gente aunque ya no quepa ni una mosca y al final pase ésto.
Algunos no aguantan las exigencias y se quedan en el camino.
El entrenamiento incluye todas las disciplinas, incluyendo el nado y la escalada de supervivencia.
Debes tener gran flexibilidad, resistencia al dolor y a los malos olores.
A veces la adrenalina se incrementa si sabes que tu vida pende de un hilo, o de un cerillo en este caso.
Algunos son mejores deportistas que otros, no se rinden y se entrenan cueste lo que cueste.
Tu sistema inmunológico se hace casi impenetrable, el dolor siempre estará presente pero eso es lo que te fortalece.
Muchos saben que puedes o no regresar a casa, es el precio que se tiene que pagar.
Hay quienes no aguantan tanto suplicio y prefieren sacrificarse.
Al ser parte de este deporte extremo sabes que no sólo tu sudor es el pago.
El trabajo en equipo siempre está presente, es lo que te hace seguir.
Las instalaciones cuentan con tecnología de punta, te preparan para todas las posibles circunstancias.
Nadie queda exento de este duro entrenamiento, las altas velocidades a las que estamos expuestos son parte de ello.
Cada que se sube alguien a vender algo al transporte, tu corazón late a mil por hora y temes por tu vida, pero es parte del entrenamiento, el corazón debe fortalecerse.
Si has logrado mantenerte varios años en este duro deporte, ¡Felicidades, eres un sobreviviente!