Navegando por ahí nos encontramos un post (en inglés) en donde un chofer de UBER narra lo que para él fue uno de los días más difíciles de su vida y que más lo han impactado. Esta es la historia…
Eran las 10 de la noche de un miércoles cuando una linda chica solicitó mi servicio para pasar por ella a un bar. Demasiado ebria entró a mi carro y se disculpó por por estar tan borracha y educadamente me pidió que sólo manejara por un rato con todas las ventanas abiertas.
Mientras manejaba yo me iba mentalizando de que en cualquier momento ella vomitaría y yo tendría que limpiar el auto. De un momento a otro ella sacó la mano y comenzó a hacer movimientos con su mano (como cuando eres pequeño y te diviertes sacando la mano para sentir la fuerza del aire). Yo seguí manejando y fue cuando ella me hizo una pregunta: “¿Haz pensado sobre cómo será cuando te mueras?” A lo que yo respondí: “Sí… eso creo”.
Después de unos segundos en silencio fue cuando me dijo que ella tenía cáncer terminal de cerebro y la quimio ya no era una opción. Mi corazón se aceleró por el impacto de la noticia que acababa de recibir…
Después de eso también me confesó que esa noche estaba ‘celebrando’ con sus amigos del trabajo su despedida, pues les había dicho que había encontrado otro puesto en un lugar fuera de la ciudad y tendría que dejar ese trabajo.
“Lo que no les dije es que ese lugar sería: el cielo”… Dijo la chica.
Una vez que la dejé me deshice y lloré como nunca antes lo había hecho durante todo el camino a casa.