Gracias a Dios los finales han terminado, pero no sin antes haber dejado destruida tu vida.
Hoy tu mundo se ve algo así:
Todavía encuentras uno que otro incauto al que no le han avisado que la masacre a llegado a su fin. ¡Pobre alma!
Éste es el panorama general en tu escuela.
Esta es la cara que tiene la mayoría, aún no creen que hayan sobrevivido.
Tu cerebro desarrolló áreas que jamás había utilizado.
Tu mochila ha pagado el precio.
Tu cara cuando te preguntan cómo te fue en los finales.
Esto es lo único que harás al llegar a casa.
Ahora te sientes culpable por todo lo que comiste. ¡La evidencia no miente!
Verás almas perdidas (como ésta) por toda la escuela. Quizá tú seas una de ellas.
Quedarás traumatizada con la alarma del reloj.
Ahora sólo falta esperar los resultados.
Y así es como tu cerebro se siente ahora:
Ya no te avergüenza tu apariencia, pues todos lucen así o peor.
Esto es lo que harás toda la semana que sigue: Hacerte burrito tratando de procesar lo que ocurrió.