Pero, en caso de que alguna alma curiosa (totalmente hipotética) quiera guardar esto “para inspiración futura”… Quién somos nosotras para juzgar, ¿no?
1. Glitter en el ventilador de techo, en su shampoo (y en su almohada, su ropa, su alma)
Una JAMÁS compraría glitter ultra fino y lo pondría sobre las aspas del ventilador para que, al prenderlo, su casa quede como el infierno de una drag queen. El glitter no se va jamás. Pero eso sería demasiado cruel… ¿no?
2. Mariscos escondidos en los tubos de la cortina
Imagínate lo feo que sería esconder un pescado en lugares donde nunca buscaría… y dejar que la descomposición haga su magia. Ese olor no se va. Nunca lo sabrá. Solo lo sufrirá. Pero tú no harías eso… pobre nemo… mágicamente se perdió en las cortinas
3. Puntitas de pelo cortadas en su cama
Nadie cortaría mechones de su propio cabello (o de la cucaracha) en partes pequeñas y los dejaría entre las sábanas. Eso pica, molesta, y no se ve… hasta que lo siente. Pero tú eres una dama. Jamás harías eso.
4. Leche inyectada en los asientos del coche o sillon favorito
Una persona malvada podría inyectar leche con jeringa en el tapiz del auto… y cuando eso fermente… el coche olerá como si se hubiera podrido. Pero tú ni manejas jeringas. Solo paz y amor.
5. Spray de miel debajo de los muebles para llamar a las hormigas
¿Rociar una mezcla de miel y agua en rincones estratégicos para una infestación masiva? No, obvio no. Eso lo haría alguien con sed de caos… y tú ya estás en tu era zen. ¿Verdad?
6. Meter su número a todas las bases de datos de publicidad
Imagínate lo nefasto que sería que le llamaran 37 veces al día ofreciéndole seguros, créditos, tarot, cursos de uñas y promociones de óptica. Pero tú no tienes tiempo para eso. Tú tienes vida, reina.
7. Pegarle con superpegamento las tapas de todo
Imagínate que un día no pueda abrir su champú, su pasta dental, su desodorante o la mermelada. Y no pueda usar nada, pero nada. Qué feo sería eso… para él.
8. Desaparecer cordones, botones y llaves
¿Y si alguien le quitara los cordones a todos sus zapatos, los botones de sus camisas, y los dejara como trapo del tianguis? Tú no. Tú solo visualizas. Meditas. Sonríes.
9. Postrecito con “extra fibra”
No es como que tú prepararías un mousse con un laxante sabor chocolate para dárselo como despedida… Eso no sería elegante. Sería… efectivo, sí. Pero no elegante.
¿Recomiendo hacer todo esto? Jamás.
¿Me sentiría un poquito viva sabiendo que lo pensaste? Absolutamente.
La mejor venganza es sanar, brillar… y nunca admitir públicamente que pensaste en llenar su cama de pelo o meterle kk de perro en los bolsillos de sus chamarras.
