Veces en las que tu rutina de belleza ha intentado asesinarte

Cada vez que nos maquillamos, o sea todos los días, estamos expuestas a un asesino silencioso que no pierde la oportunidad de intentar asesinarnos. Así es, y estoy segura que tú lo has vivido más de una vez.

Estas son las señales de que tu rutina de belleza está intentando borrarte del mapa:

Pellizcos con el enchinador.

La primera vez que me di cuenta que mi rutina de belleza intentaba borrarme de la faz de la tierra, fue cuando me metí tremendo pellizco en el párpado con el enchinador. De esas veces que te llora tanto el ojo que es imposible seguir maquillándote.

Piquetes en el ojo con el cepillo del rimel.

No sé si haya otra cosa que arda más que el maldito rímel en el ojo. Es más, si ya te ha pasado estoy segura que te va a llorar el ojo nuevamente sólo de recordarlo. Dicen que el parto es el dolor más temido de la mujer, yo digo que es éste.

Delineador derretido en tu ojo.

Ok, explicaré este punto. Un día yo estaba quemando mi delineador negro para que pintara mejor, pero no calculé bien y lo apliqué cuando aún estaba caliente. ¿Cuál fue el resultado? Se derritió en mi ojo y se endureció en milésimas de segundo. Se quedó pegado a mi cuenca ocular y tardé años para poder sacarlo.

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Pinzas de depilar.

Se me corta la voz sólo de recordar lo doloroso que fue esto: Era un día normal, me vi en el espejo y noté que tenía intrusos en mi ceja. Así que agarré las pinzas sin imaginar que venía un intento de asesinato. Tomé con fuerza el primer pelito y lo jalé con todas mis fuerzas, pero desgraciadamente no sólo me lo llevé a él, sino que jalé un pedazo de piel también.  No es nada lindo sangrar y tener tremenda herida en la ceja.

Cera arranca piel.

Si te has depilado alguna zona de tu cuerpo con cera caliente, sabrás de lo que hablo. Iré directo al grano porque es demasiado doloroso recordar este episodio de mi vida. Aplicas muy feliz la cera y la arrancas con miedo y sudor en la frente. Pero la sorpresa es que al pasar el dolor inicial, te das cuenta que algunas zonas sangran un poquito, pues quitaste los vellos pero con todo y la piel.

Recorte de vello.

Denme un momento porque esto es demasiado difícil. Ok, ya estoy mejor. Sólo espero que no haya muchas chicas que se identifiquen con este punto porque es terrible. Una vez intenté recortarme el vello de la zona íntima con tijeras, pero al parecer soy cero hábil o ciega, porque al dar un corte ¡pum! Adiós un pedazo de la piel de ahí de donde les conté. Sangre y más sangre sin estar en mi periodo. ¡Horrible!

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Sombra en la retina.

¿Se te ha metido un insecto en el ojo? Si tu respuesta es sí, entonces sabrás cómo se siente que te caiga sombra en la mera retina. Si tu respuesta es no, entonces pícate con la brocha para sombras y verás lo que es bueno. Es imposible intentar sacarla de tu ojo, siempre quedan restos, lo único que puedes hacer es resignarte y esperar a que el organismo la absorba.

Quemaduras con la plancha.

Pff, de tantas veces que me ha pasado esto, creo que ya necesito injertos de piel. Es casi como si mi plancha quisiera dejarme sin orejas. Por más cuidado que tenga, siempre termino haciéndome una quemadura de tercer grado en la oreja o en la frente.

Secador enloquecido.

No me pregunten cómo es que pasó esto, pero ya van varias veces que este aparato infeliz trata de arrancarme una buen parte de mi hermosa cabellera. ¿Cómo? Con la parte trasera del aparato, es como una aspiradora de la muerte.

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Delineador líquido en tu pupila.

Si te cae aunque sea una gota de este infernal líquido, pensarás que tu pupila se quedará negra para siempre. Pero no, sólo arde como el infierno y casi te deja ciega, pero podrás sobrevivir.

Cutícula que arde.

Pareciera que a veces las tijeras para cutícula enloquecen, pues se comen casi todo tu dedo. Pero esa no es la peor parte, y es que si por error te cae acetona o esmalte, te arderá al punto de querer morir.